Es una casa grande. Medio conventillo. Voy a comer con mi mamá y mi hermana, pero no hay un lugar con luz en la mesa y me ubico del otro lado de la columna, donde hubiera habido otro cuarto si la casa no hubiera estado destruida. A los minutos mi hermana me dice que me deja el lugar, y se va a colgar la ropa, que está del otro lado de la pared. Me siento en la silla y me siento incómoda. Quiero hablar con mi mamá, le quiero decir algo. Así no puedo estar. Le pregunto: "Mamá... ¿Te acordás cuando se suponía que estabas desaparecida?" y, aunque me doy cuenta de la posible confusión política que le puede servir de escapatoria, la miro nerviosa, esperando que conteste. Me dice que sí. No parece molestarle. Un perro se sienta en el hueco que dejo libre de mi silla. Intento correrlo, pero hace un ademán raro, asique sólo le acaricio la cabeza. Mi mamá me dice que se tuvo que ir, y progresivamente se va poniendo roja. Me dice que se tuvo que ir por lo que pasaba entre Tito y yo, entre Tito y mi hermana. Le digo: "No, Mamá, con Tito nunca pasó nada". Y después le pregunto: "¿Qué es de la vida de Tito?". Se pone más roja aún. Me dice, cada vez en tono más elevado, que para qué lo quiero saber. Que estoy cogiendo con él. Que ella lo sabía. Que para qué volvió. Me enojo, pero intento responderle con tranquilidad: "¡Pero Mamá! Si tiene cuarenta años más que yo!". No le importa, ella siempre lo supo. No nos importa nada. Me levanto dando un manotón y tirando los platos, dispuesta a encontrar a mi hermana. La llamo a los gritos mientras mi mamá, por fuera de
lo que yo esperaba, llama al perro para que lama los platos del suelo. Voy al cuartito donde antes me había sentado a comer y hay una chica, una vecina que habla con alguien que está al lado, en la cocina. No nos saludamos. Me siento incómoda. Empiezo a recorrer la casa buscándola a mi hermana y no la encuentro. De lejos la veo en la terraza, que está cada vez más lejos. Me cruzo con Tito que está colgando sus calzoncillos lavados en un pasillo. De repente me cierra todo. Mi mamá y Tito volvieron a estar juntos. Y no es por nosotras que mi mamá volvió.
lo que yo esperaba, llama al perro para que lama los platos del suelo. Voy al cuartito donde antes me había sentado a comer y hay una chica, una vecina que habla con alguien que está al lado, en la cocina. No nos saludamos. Me siento incómoda. Empiezo a recorrer la casa buscándola a mi hermana y no la encuentro. De lejos la veo en la terraza, que está cada vez más lejos. Me cruzo con Tito que está colgando sus calzoncillos lavados en un pasillo. De repente me cierra todo. Mi mamá y Tito volvieron a estar juntos. Y no es por nosotras que mi mamá volvió.
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