Extraido de "Deliberar las psicosis".
Marcelo Percia.
Lugar Editorial (2004). pg 16-17.
Son dos viejas travestis con pelucas rubias que se visten como si fueran gemelas. Tienen sesenta años, hacen la calle en la Rue des Abbeses, esperan en las veredas desiertas.
El negro que las mira es el Príncipe Koulotó. Saca una petaca de oro del bolsillo interior de su gabardina blanca, extrae un cigarrillo u lo enciende con su mechero de laca china. De rodillas, con sus manos cruzadas sobre el pecho, se declara enamorado. Les ofrece su reino. Dice que son las mujeres más hermosas del universo. Mimí se desabrocha el corsé de cuerpo dejando ver sus grandes prótesis de parafina "¿Te gustan mis tetas, querido?", Gigí le saca la billetera de cocodrilo verde del bolsillo. Las dos escapan con un montón de billetes. Koulotó, en la misma posición, reitera, fascinado, que las ama. Entonces, vuelven, lo toman de los brazos, lo llevan hasta el departamento destartalado que alquilan.
Koulotó desembarca en Orly a las cuatro de la mañana, alquila un enorme coche blanco, se dirige hacia el barrio Pigalle que considera el centro del mundo. Las viejas son las únicas, a esa hora, que esperan conseguir un cliente. Enseguida se siente embriagado por esos vestidos de cuero y esas gafas brillantes.
Mimí lo acuesta en el suelo sobre las pieles de cabra, le abre la bragueta y le muerde el sexo; mientras Gigí le frota el suyo contra la cara. El príncipe goza como nunca. Gigí le arranca el reloj de oro. Mimí le revisa los bolsillos donde encuentra una postal con las trescientas sesenta y tres torres del Palacio en pleno centro de África. Las viejas travestis, después de años de humillaciones, encuentran al hombre de sus vidas.
El Príncipe es bello como un dios. Un gigante de dos metros que tiene un rostro perfecto. Posee la más fabulosa fortuna de la tierra. Es el Jefe espiritual de doscientos millones de almas que cada viernes le regalan su peso en diamantes.
Las travestis se preparan para partir. Rompen todo el departamento. Con sus impermeables de piel de pantera sintética, bajan las escaleras ante la mirada enviiosa de los vecinos despiertos por el escándalo.
Koulotó está radiante. Una vieja leyenda africana dice que el dios del Universo Futuro nacerá de un rey negro y dos mujeres idénticas de pelo rubio que tendrán pene y llegarán al reino en un pájaro de metal.
En el aeropuerto espera un avión con los motores en marcha. Antes de llegar a destino, los eunucos despiertan a las travestis para alistarlas. Las envuelven con perfumes. Las visten con trajes de perlas negras. Una muchedumbre aguarda desde la noche anterior. Hay trescientos sesenta y tres elefantes pintados de colores arrodillados al borde de la pista.
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