Posteo sobre el amor la amistad y el erotismo de Virginia Cano
Extraido del muro de fb de Virginia Cano
Título inventado para poder postearlo acá
Con los años, y unas cuantas patinadas y frustraciones encima, fui aprendiendo a disfrutar cada vez más de las texturas mixturadas, de los matices inesperados y ricos, de ese erotismo y ese afecto que se resisten a acatar la pedagogía erótico-afectiva hetero-capitalista que hemos recibido; esa que nos educa sentimentalmente a partir de dos modelos básicos (excluyentes e inequitativamente jerarquizados), según los cuales estamos condenadxs a a®mar, en primer lugar y ante todo, a la pareja, esa que debería ser “el amor” de nuestras vidas, el sentido último de nuestra existencia, y en segundo término (y con lo que sobra de nuestro tiempo, de nuestros recursos, de nuestros bienes) nos enseña a querer (más no a desear) a nuestrxs amigxs.
Los estragos, las pérdidas y los dolores que esta educación sentimental provoca los conocemos todxs, fundamentalmente aquellas que hemos recibido una educación sexo-afectiva “femenina”. Una vez ella me dijo, y a mi me costó entender: “hay que ser más amigas de las amantes, y más amantes de las amigas”. He allí una ética amorosa disidente. Una práctica. Un horizonte. Una apuesta. Un océano (a)mar, una posada perdida al abrigo de la brisa tormentosa, como le gusta fantasear a la reina gatuna. Porque para sembrar lo im-posible, hay que animarse a la mugre de la confusión y de los campos encantados de un granjero enamorado del verde embravecido, a esbozar otros mundos con las pinceladas invisibles de lo que se hace de a poquito y sin espectáculo, a arriesgar un refugio construido con metáforas e imágenes im/propias en las “que sean siempre la lluvia y la intemperie las que laven /nuestra/ piel/es”, para robarle la poesía al sr. t.
Por suerte, a mí me gustan cada vez más los mimos y las caricias de mis amigas, que nos acompañemos en velorios, guardias, y veladas etílicas, me emociona hacer fanzines entre nosotrxs y activar con gente querida, adoro bailar raeggeton al calor de la manada, apuesto a ser amiga de mis amores, a transformar los vínculos sexo-afectivos para que resistan (y hagan acopio de) los vaivenes del tiempo y del deseo. Aprecio la amistad de mis amantes, el amor de las amigas, los cuidados de lxs compañerxs, y los deseos de lenguas compartidas. Lo mucho o poco que he conseguido intervenir y ampliar mi mundo afectivo no me ha salvado de los dolores, ni de los celos, ni de las dudas, ni de las contradicciones; en todo caso, me ha comportado bastante incomodidad, muchos errores, un enorme trabajo sobre mí misma, y la maravillosa de-construcción de una red afectiva en la que me siento menos sola, y en la que de vez en vez me animo a reposar y a disfrutar de esa alegría que sólo se teje entre varixs. Tuve garches que han devenido amistad, cogí con amigas que jamás devinieron novias, tuve novias que ahora son amigxs, y algunas con las que no nos hablamos más. “No quiero ser tu novia”, me dijo esa tarde-noche con todo el amor del mundo, y a mí se me astilló el corazón.
Dichosamente, tengo vínculos que se escapan a la lógica hetero-patriarcal y que resultan inclasificables e ininteligibles para la habitual matriz vincular que se sustenta en el dispositivo novix-o-muertx. Estoy empecinada, más que en liberar mi deseo o sexualidad, en desanudar la pedagogía afectiva recibida en torno a ellos, la que nos tiene maquinando a lo loca y nos consume tiempo, fantasías y energías, la que nos cierra mundo, las que nos hace mezquinas, la que nos deja solas y doloridas. Esa que llevamos inscripta en nuestros cuerpos, que es carne y pensamiento cotidiano, que nos hace rumiar en lugar de ocupar nuestras manos y nuestras cabezas en cosas más lindas y enriquecedoras.
El punto no es “liberar la sexualidad”, o siquiera “liberar el deseo”, en todo caso, la apuesta parece estar más bien en abrir esa sexualidad y esos deseos a otras tesituras, a otras fantasías, a otras prácticas, anudarlos a otros horizontes sexo-afectivos, a otras an-economías de los cuerpos y de los placeres. Porque como dijo Foucault, si hay algo que molesta al poder, eso es la amistad, o mejor dicho, las amistades allí donde rompen con la ley, la regla, la moral y las buenas costumbres. Lo mismo cabe para nuestros amores, y para nuestros amar-nos. Darle un lugar distinto a la sexualidad, a la amistad, a lo amoroso, construir intensidades in-visibles y fluidas, fugarnos de la paki-romanti-norma y arriesgar-nos a otros dolores y otros placeres, a diversificar-nos en el arte de la precariedad compartida: he allí, más que un sueño, un ideal o una norma, una posibilidad-otra de hacer-decir-sentir-coger-desear-amar-estar.
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