Bipolaridad. Plan de Vida. Dr Eduardo Grecco



(Extraido de la página web Red Bipolar del Dr E. Grecco en
http://www.redbipolar.com/v3/index.php?option=com_content&view=article&id=51&Itemid=63)

Dos temas centrales: relaciones afectivas y PLAN de VIDA
Nos faltaría, para completar esta presentación general, abordar el tema de los vínculos y el concepto de PLAN de VIDA como herramienta terapéutica
1. Relaciones afectivas
Las relaciones afectivas son un condimento importante de la vida y la salud del paciente bipolar. Los vínculos existen cuando hay un sentido de contacto, comunicación y comunión ["Para que pueda ser he de ser otro, / salir de mí, buscarme entre los otros, / los otros que no son si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia" (Octavio Paz)]. Y siempre es mejor tener una relación, aunque sea tormentosa, que carecer de ella ["En caso de vida o muerte, se debe / estar siempre con el más prójimo" (Antonio Machado)]; por otra parte, es en el campo de los empalmes afectivos donde se dirime la batalla por conquistar ese eje interior que le permite, al bipolar, lograr oscilar ponderada y armónicamente.
En el capítulo "Poniéndole ejes a la vida" abordamos este tema, pero quiero recalcar que la experiencia vincular es una llave maestra en la cura de la bipolaridad, comenzando por la relación terapeuta-paciente que debe estructurarse como una situación de mucho compromiso, ya que -tal como señala Harry Guntrip-:
Los contactos físicos despersonalizados y los contactos intelectuales despersonalizados deben ser considerados por igual, como traiciones hechas al verdadero vivir humano, como sustitutos de relaciones personales genuinas.
2. Plan de vida
Al paciente bipolar no hay que proponerle un tratamiento sino un nuevo PLAN de VIDA, esto es, motivarlo a realizar un cambio sustancial y progresivo de su existencia.
Este plan va a funcionar como un esquema referencial capaz de ir ayudándolo a ordenar, afuera y adentro, el remolino de sus conductas y vivencias. Por otra parte, esto entraña procurarle un proyecto con el cual identificarse y poder asumir como propio. De por sí, esto ya tiene eficacia terapéutica, pero es el conjunto de alternativas -interactuando entre sí, valga la redundancia- lo que va a ir facilitando su sanación.
El paciente bipolar necesita una regla, no rígida, pero sí bien estructurada; necesita un tejido que lo sostenga pero que no lo ahogue; necesita desarrollar espacios sistemáticos y definidos de actividades diarias sin sentirse en prisión. En suma, necesita distribuir adecuada y prioritariamente el tiempo e incorporar acciones rituales (terapéuticas y no terapéuticas) en la vida cotidiana y en momentos definidos, que le van a ir permitiendo construir un orden interior y un dispositivo para enfrentar con éxito su padecer. Tal andamiaje representa la plataforma inicial para que el paciente tenga un marco que lo aleje de las crisis y del desamparo y que, más adelante, funcione como un hábito altamente positivo y le procure beneficios significativos en el camino de su cura.
El cambio de vida es un cambio de creencias y cambiando las creencias podemos cambiar la vida. Pero lo inverso también es cierto: cambiando la vida (errada) se cambian las creencias (erróneas).
Este PLAN de VIDA debe incluir las siguientes actividades:
a. Tratamiento
Los pacientes deben recibir un tratamiento con las herramientas más adecuadas para cada circunstancia (algunas de las cuales describimos y recomendamos en este libro), pero siempre con la idea de aumentar en el paciente el mayor grado de autonomía posible; es decir, ayudarlo pero no fomentar la dependencia.
Considero que los diferentes abordajes terapéuticos no son excluyentes entre sí (y la bipolaridad se presta para un enfoque de impacto múltiple), pero nos parece importante, por muchas razones, que cada paciente tenga un "terapeuta guía" que actúe como tal y sea el punto de orientación, sostén transferencial y consultor habitual.
En varios textos sobre la bipolaridad se recomienda el trípode de la medicación, la psicoterapia y la autoayuda y, en casi todos ellos, la psicoterapia es considerada un instrumento de apoyo, secundario a la acción psicofarmacológica.
Creo que hay que revisar este criterio. Se hace tan importante la participación activa del paciente bipolar en un trabajo terapéutico sobre sus emociones, vínculos, historia y personalidad, como el recibir la ayuda de prescripciones que le permitan sostener sus síntomas hasta que pueda dejarlos atrás.
Pero el nervio de la cuestión es comprender que el mejor tratamiento es el que le hace bien y efecto al paciente, el que lo ayuda a despertar sus poderes y talentos y el que lo reconforta en su posibilidad de ser feliz. Y esto no se logra con un "remedio terapéutico" sino con una "relación terapéutica".
b. Descanso
El buen dormir, en cantidad y calidad suficiente, es una recomendación fundamental que el bipolar debe cumplir. El insomnio, el mal dormir, el poco descanso, el estrés, son factores irritativos que pueden contribuir a desencadenar crisis maníacas o depresivas.
Por otra parte, durante el dormir, se elaboran ansiedades, fantasías, conflictos y miedos. Junto con la natural regeneración de la fuerza física, un buen sueño procura, además, una recuperación emocional significativa que aumenta el bienestar y proporciona alegría y buen humor.
Descansar no es sólo dormir. También incluye aprender a distenderse, relajarse y reposar. El bipolar debe incorporar la práctica habitual de encontrar momentos, durante el día, en el cual ejercitar una relajación profunda con todos los efectos positivos que esto conlleva.
Es conveniente, para lograr buenos niveles de aflojamiento mental y corporal, recurrir a técnicas de masajes y baños de inmersión prolongados que coadyuvan a liberar tensiones, bloqueos y condicionamientos emocionales arraigados en el cuerpo.
La consigna es no dormirse tenso, no comer tenso, no enfrentar ninguna situación en estado de tensión. En cualquier momento que note presión y nerviosismo la prioridad es relajarse. Del mismo modo, cuando se sienta cansado no debe exigirse ni acumular fatiga. La distensión, en todas las esferas de la vida, es para el bipolar un prerrequisito para alejar riesgos de mayor inestabilidad.
c. Alimentación
Una alimentación inteligente es un factor para asegurar y mantener una buena salud, pero sin otros ingredientes como aire, sol, actividades físicas, descanso, creatividad y emociones placenteras (entre otras) no hay equilibrio posible. (La dicha necesita el concurso de muchas manos, a la desdicha le basta una.)
Nutrición no sólo significa la asimilación de alimentos necesarios para el mantenimiento de la vida del cuerpo, sino que hay que pensar que, en el acto de comer, estamos realizando una actividad mucho más compleja y abarcativa que el ingerir y digerir, ya que los alimentos no son sólo combustible, ni el organismo una máquina.
Tener una alimentación hipotóxica, bien balanceada, a horarios adecuados y rítmicos, sin fanatismo, lo más simple y natural posible, ayuda al bipolar a lograr un mejor estado psicofísico que redunda en su armonía emocional. También lo ideal sería comer despacio y en un clima acogedor y sereno (y esto vale para todas las personas), sin televisor encendido, anunciando hecatombes y tentando al consumismo irracional, y sin entrar en acaloradas discusiones con los eventuales compañeros de mesa ["No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de su boca, esto es lo que contamina al hombre" (Mateo 15:11)].
Hay una serie de recomendaciones alimenticias concretas para la bipolaridad, que señalaremos más adelante, pero hay que tener siempre presente el principio esencial de que:
La alimentación es fuente de vida; al comer estamos asimilando todo el entorno; los alimentos son energía, son emociones, y debemos construir una dieta correcta para ayudarnos a no agravar nuestros males y para ayudarnos a recobrar el balance perdido.
d. Ejercicio
La práctica de algún deporte -el caminar o correr todos los días, por ejemplo- también es un factor muy importante a tener en cuenta. El paciente está en movimiento, quema el exceso de energía, desintoxica el organismo, mantiene la flexibilidad corporal y, sobre todo, promueve una sensación de estar vivo y activo. Y en el ejercicio detiene el "disco rayado" de su mente.
Por otra parte, el deporte y la gimnasia generan un mayor equilibrio emocional, algo necesario para el bipolar. Así como en la alimentación, en el ejercicio físico debe existir una suerte de disciplina progresiva hasta llevar al paciente a hacer de aquél un hábito cotidiano.
Sin embargo, hay otro costado en el cual el deporte brinda un aporte a la cura de bipolaridad. La actividad deportiva lleva, a quien la practica, a vivir totalmente en el presente, con gran conciencia de los movimientos del cuerpo, a lograr un buen equilibrio interior y, cuando se involucra plenamente, a alcanzar una especie de "estado alterado de conciencia". (En este sentido un buen ejemplo son los libros de Michael Murphy: Golf en el Reino y The Psychic Side of Sports.)
Pero lo interesante es que la vivencia bipolar, en sí misma, también puede ser pensada como un cierto "estado alterado de conciencia", pero de naturaleza perturbada. He comprobado cómo el bipolar, al ir viviendo estos mismos estados en el deporte y aprender a controlarlos y canalizarlos, puede ir incorporando este aprendizaje a su campo emocional y descubrir el costado positivo de ellos.
De manera que la actividad física provee no solo bienestar al cuerpo sino capacidad de dominio, determinación, resistencia y armonía al psiquismo, y éstas son cualidades que a la persona bipolar le conviene desarrollar para aliviar e incluso sanar sus síntomas.
e. Respiración
La respiración profunda es una habilidad básica para una vida sana. Provee al cuerpo de vitalidad, facilita la oxigenación de las células, acrecienta la circulación linfática, produce una importante relajación muscular y aumenta la habilidad para controlar los estados emocionales y mentales. Su opuesto, la respiración superficial, involucra deficiencia de oxígeno, falta de energía y abundante toxicidad.
El poder de la respiración también es un instrumento terapéutico muy útil. En esta dirección se ha desarrollado una terapéutica, la pranoterapia, que justamente mediante ejercicios respiratorios permite disolver emociones y estados perturbadores a la par que desarrollar disposiciones para mejorar el balance psíquico y corporal.
El aprender a respirar bien ("hasta los pies", como aconsejan los chinos) es, sin duda, un excelente aporte a una mejor calidad de vida y un buen instrumento para agregar al dispositivo de recursos de ayuda para prevenir las crisis bipolares.
f. Aire y sol
Estar en contacto con la naturaleza, el verde, el aire puro y el sol es positivo para cualquier persona. Sin embargo, parece que olvidamos frecuentemente el valor nutritivo que estos elementos poseen y no nos damos cuenta de lo que representa para la salud su presencia y para la enfermedad su ausencia.
La patología bipolar es una manifestación psíquica en la cual estos elementos de la naturaleza juegan un rol protagónico, ya que revitalizan, dinamizan y al mismo tiempo relajan y desintoxican el organismo.
Para un bipolar algunos buenos deportes son la natación, el montañismo y el ciclismo. Al escalar se toma contacto con el aire puro, el sol, el verde, se comprueban los gradientes (hay que estar muy atento a los desniveles del ascenso), la resistencia, la conciencia corporal; los pulmones se revitalizan, la circulación crece, la afirmación y la estima personal se fortalecen. Las caminatas en grupo de ascenso y descenso por una montaña representan una actividad muy integradora para el bipolar, puesto que abarca lo físico, lo social, lo emocional y el contacto con los elementos naturales que complementan la nutrición alimenticia y afectiva de toda persona.
En todo plan terapéutico se debe pedir al paciente bipolar que realice alguna actividad al aire libre y tome sol regularmente y que tome conciencia de que tales acciones no son una distracción sino parte importante de su labor de curación.
g. Sexualidad
Otra cuestión importante a considerar en el cambio de vida del paciente bipolar es la actividad sexual y las concepciones que tiene de la sexualidad.
Por diferentes razones observamos, en la clínica, que su vida sexual es nula, poca, insatisfactoria, indiscriminada o desbordada. Que muchas veces se manifiesta como pura descarga, o bien que impedimentos funcionales, de diverso orden, lo alejan de la plena satisfacción, el placer y el orgasmo.
Pero no es en el área de los rendimientos eróticos donde reside el problema. El bipolar posee una imagen pobre y desvalorizada de sí mismo y, aunque la encubra con manía, ésta persiste tras la fachada omnipotente. No se cree merecedor de amor y placer, tiene miedo a la intimidad y al rechazo, y estos conflictos los lleva consigo a la cama y son los que hay que cambiar para permitirle acceder a una buena y regular vida sexual, ya que el buen sexo es un elemento que disminuye los riesgos de desmadre emocional y colabora para mantener buenos niveles de autoestima, confianza y seguridad personal e inclusive puede llegar a ser un importante dispositivo curativo.
De modo que hay que facilitar a los pacientes bipolares el desarrollo de una vida sexual sana, regular, placentera y completa (en el marco de un vínculo adecuado), trabajando con ellos los motivos que les impiden lograrla.
h. Trabajo
El trabajo es, sin duda, una buena herramienta de recuperación. Si es posible, una actividad laboral que responda a los intereses del paciente, pero si no es factible, el solo compás del trabajo ya lo provee de recursos anímicos positivos y le da un cierto ritmo que le es muy necesario mantener.
Por otra parte, el trabajar está vinculado aquí no sólo a la independencia material y anímica, sino también a la autoestima y el sentirse valioso. Es por esto que cuando el bipolar se encuentra desocupado conviene orientarlo a que realice alguna actividad laboral programada y considerar esto como una extensión de la terapia.
i. Actividad artística, expresiva y creatividad
Un elemento significativo es fomentar en el paciente la práctica de alguna actividad expresiva artística o creativa como la danza, la pintura, la música o el teatro, preferentemente, con aquella se sienta más identificado y que le permita dar rienda suelta -insisto mucho en esto- a sus potencialidades y aptitudes latentes.
Esta ocupación es en sí misma terapéutica, pero además saca al paciente de la rutina y le permite elaborar miedos y ansiedades que de otra manera podrían ir a incrementar los síntomas emocionales bipolares. ["Escribo sólo por matar las tardes, / por no ponerme a deshacer maletas, / por no arrastrarme por las estaciones, / por no andar como el rey de los cobardes, / mustio, con un ramito de violetas, / en el sepelio de las decepciones" (Joaquín Sabina).]
j. Autoayuda
En cierta medida, constituye uno de los pilares de la recuperación del paciente bipolar, aunque de ningún modo sustituye su tratamiento individual con profesionales idóneos. Se trata de la existencia de grupos de bipolares que intercambian experiencias, comparten sus vivencias y se ayudan solidariamente en los momentos de necesidad.
Estos grupos sirven también de sostén y de espacio propicio para la reinserción luego de una crisis. En ellos, los pacientes se encuentran con pares que los acompañan en sus recorridos interiores y saben de qué se trata porque ellos han padecido lo mismo. De este modo, se sienten comprendidos y contenidos; descubren que no son los únicos que tienen este padecer ni son muy diferentes del resto de la sociedad. A la vez, la solidaridad les permite recuperar la esperanza de volver a transitar el camino de la vida que creían perdido.
Ahora bien, por autoayuda entendemos, además, las herramientas que el paciente bipolar va aprendiendo a lo largo del tiempo y le sirven para desarrollar estrategias paliativas y de control. De esta manera, mediante sencillas técnicas, que van desde la respiración a la digitopuntura, puede encontrar un soporte cierto que lo auxilie en momentos de adversidad, angustia o pánico, o bien cuando siente el peligro de la proximidad de una crisis maníaca o depresiva.
Hasta aquí hemos presentado las bases generales con las cuales pensamos el abordaje terapéutico de las personas bipolares. Lo que continúa en los siguientes capítulos tiene más que ver con la implementación de estas propuestas por senderos bien delimitados. Sin embargo, lo previamente dicho es lo que da sustento y significación a las herramientas.
Siempre es bueno recordar que las técnicas curan pero lo que sana es la relación, y nunca más cierto este adagio que en el campo de la bipolaridad.

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