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El psicodramatista es un operador más entrenado
en los modales silenciosos de la abstinencia y la moderación que en la
sensibilidad estética de la dramaturgia. En la actualidad lo acecha el peligro
de reducirse a un instrumento de simulación que no pasa del amague. Forma
obscena del antiteatro. La dirección de la escena se le ha vuelto problemática.
Interviene desde una exterioridad prudencial para mantener en un umbral
tolerable, elaborable la intensidad emocional de la escena. Pero no se puede dirigir
sin violentar la materia, sin una acción que transgrede el eje de sentido del
texto original, un agente activo, deseante casi al extremo del goce.
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Distintas conceptualizaciones de escena. Para los que la escena representa algo, esto
permite ir del fracaso de la repetición como encuentro fallido con el objeto,
al duelo, a la representación simbólica del mismo.
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Se trata de deshumanizar al inconsciente,
subjetividad producida desde una
dramática reducida a la intimidad familiarista o desde una lógica significante
limitada a escasos intercambios y plantear un inconsciente como multiplicidad
de encuentros, afectaciones, de parcialidades que no logran totalizarse nunca.
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La acción dramática es una acción de
transversalidad, despliegue de la producción inconsciente intersubjetiva,
colectiva, institucional.
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Además de una lectura estética, compositiva,
violentar el eterno esplendor de una subjetividad humanizada. Interrumpir el
gesto antes de que se desarrolle como código indicial. Lentificar el movimiento
para captarlo antes de que anticipe el sentido o acelerarlo para que se
adelante al mismo.
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El llamado pensamiento en escenas es efecto del
intento de dar coherencia a la inextricable complejidad de un universo de
percepciones que desborda y sobrepasa toda posibilidad de dar representación.
Nos topamos con los límites del psicodrama si no sabemos inventar otras
alternativas de expresión para los flujos no representativos del inconsciente.
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La idea de máquina de Deleuze y Guastara y la de
devenir de Deleuze pueden servir cuando la idea de estructura ha pedido la
significación de corte en un proceso y opera como estrategia de momificación del
fluir siempre desbordante (fuera del borde que la estructura misma pretende
imponerle) del inconsciente. La máquina, en tanto haga imposible la
representación de sus efectos, arrasa con el sujeto del sentido.
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