Sobre La estética molecular de la escena o los límites del psicodrama de C Pavlovsky




·         El psicodramatista es un operador más entrenado en los modales silenciosos de la abstinencia y la moderación que en la sensibilidad estética de la dramaturgia. En la actualidad lo acecha el peligro de reducirse a un instrumento de simulación que no pasa del amague. Forma obscena del antiteatro. La dirección de la escena se le ha vuelto problemática. Interviene desde una exterioridad prudencial para mantener en un umbral tolerable, elaborable la intensidad emocional de la escena. Pero no se puede dirigir sin violentar la materia, sin una acción que transgrede el eje de sentido del texto original, un agente activo, deseante casi al extremo del goce.
·         Distintas conceptualizaciones de escena.  Para los que la escena representa algo, esto permite ir del fracaso de la repetición como encuentro fallido con el objeto, al duelo, a la representación simbólica del mismo.
·         Se trata de deshumanizar al inconsciente, subjetividad producida desde  una dramática reducida a la intimidad familiarista o desde una lógica significante limitada a escasos intercambios y plantear un inconsciente como multiplicidad de encuentros, afectaciones, de parcialidades que no logran totalizarse nunca.
·         La acción dramática es una acción de transversalidad, despliegue de la producción inconsciente intersubjetiva, colectiva, institucional.
·         Además de una lectura estética, compositiva, violentar el eterno esplendor de una subjetividad humanizada. Interrumpir el gesto antes de que se desarrolle como código indicial. Lentificar el movimiento para captarlo antes de que anticipe el sentido o acelerarlo para que se adelante al mismo.
·         El llamado pensamiento en escenas es efecto del intento de dar coherencia a la inextricable complejidad de un universo de percepciones que desborda y sobrepasa toda posibilidad de dar representación. Nos topamos con los límites del psicodrama si no sabemos inventar otras alternativas de expresión para los flujos no representativos del inconsciente.
·         La idea de máquina de Deleuze y Guastara y la de devenir de Deleuze pueden servir cuando la idea de estructura ha pedido la significación de corte en un proceso y opera como estrategia de momificación del fluir siempre desbordante (fuera del borde que la estructura misma pretende imponerle) del inconsciente. La máquina, en tanto haga imposible la representación de sus efectos, arrasa con el sujeto del sentido.

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